La puerta se abre y una vieja de cabellos blancos sonríe complacida ante su visita. -Mis respetos, señora -se aventura usted a decir. -Mis respetos, príncipe -responde la vieja mientras escupe sobre usted un vomito negro que quema vuestro rostro. Aquella mujer era una bruja y usted su próxima víctima.