Arcapranos no ha acabado con usted, y despertáis aturdido en medio de un bosque hundido en el corazón de la Montaña del Fuego. La luz del sol daña vuestros ojos y al incorporaros lanzáis un grito de horror: vuestro cuerpo es de un color azul grisáceo y dos cuernos rojos sobre su frente hacen de usted un monstruo. La abeja del brujo no era tan inofensiva como imaginó.