Retoma usted su marcha por el camino inicial. Luego de unos minutos de caminar entre húmedos cascos y putrefactos esqueletos, ve usted la luz del día. Momentos después, se encuentra usted en un claro donde árboles y arbustos le hacen pensar que ha atravesado la Montaña del Fuego; se encuentra usted en corazón de la montaña, en un pequeño bosque encerrado las paredes de roca. Sus esperanzas se desvanecen.