Al hundir vuestra espada en la boca del monstruo, veis por primera vez unos dientes afilados y amarillentos. Vuestra espada es partida en astillas. La muerte os parece algo palpable pero hay algo en lo que usted no habla pensado: los metales no están incluidos en la dieta del fabuloso insecto, que comienza a escupir sangre espesa.