Atravesáis el puente de mármol y continuáis vuestra marcha. Detrás, las llamas del ave-, vuelven a arder. Adelante, el camino se abre a la luz de la mañana. ¡Saldrá usted de ese nido de avispas! ¡A atravesado la Montaña sin ser víctima de sus temidas trampas! Corre usted hacia el aire fresco. De pronto, gruesos barrotes caen del techo, bloqueándole el camino. Una carcajada diabólica estalla a sus espaldas.